julio 21, 2013

La Neurogénesis en la Infancia y en la Adolescencia determina la Sociabilidad



El correcto funcionamiento del cerebro en la adolescencia
 condiciona el comportamiento como adultos

La capacidad de interactuar con los demás es esencial para la estabilidad de las redes sociales, la reproducción y la supervivencia de los mamíferos. Los humanos no son una excepción a la regla y aunque ser sociable o no es algo que se aprende en el día a día, científicos de la Universidad de Yale (EE UU) demostraron que la generación de más o menos neuronas durante la adolescencia sería crucial en la capacidad de un individuo para socializar con otro.

Aunque hace décadas se pensaba que los humanos nacían con una cantidad predeterminada de neuronas, hoy se sabe que éstas siguen formándose a lo largo de la vida en regiones específicas del cerebro después del nacimiento. Este proceso, denominado neurogénesis, ha sido ampliamente estudiado en el periodo embrionario y en la vejez, no así en la adolescencia.

El estudio dirigido por Arie Kaffman y publicado en la revista Neuroscience (2011), indica que la neurogénesis en la etapa de la infancia y adolescencia determina el nivel de sociabilidad que una persona adquiere. Cuando la creación de nuevas neuronas se ve interrumpida en la adolescencia, los individuos se vuelven profundamente antisociales al alcanzar la edad adulta. Sin embargo, si el mismo proceso neuronal se interrumpe en adultos, no se observan cambios de comportamiento.

En el experimento que sustenta el estudio se realizaron pruebas en ratones a los cuales se les observaba el efecto de bloquear el nacimiento de nuevas neuronas en distintas etapas y se vio específicamente que en la etapa de la adolescencia y de la infancia, donde ésta es más intensa, el bloqueo de la neurogénesis deterioraba el comportamiento social de los ratones a lo largo de su vida mientras que si se bloquea en la adultez la sociabilidad no varía.

El equipo de Yale decidió explorar la función de estas nuevas células cerebrales en ratones de diferentes edades. Los ratones adultos normales tendían a pasar mucho tiempo explorando e interactuando con ratones desconocidos; sin embargo, los ratones adultos cuya neurogénesis había sido bloqueada en la adolescencia, no mostraban ningún interés en la exploración de otros ratones adultos, e incluso intentaban eludir el comportamiento social. «Estos ratones actuaban como si no reconociesen a otros ratones como ratones», explica Kaffman.

El bloqueo de la neurogénesis adulta, por otro lado, no tuvo ningún efecto sobre el comportamiento social, lo que sugiere que las células del cerebro generadas durante la adolescencia contribuyen de forma muy diferente a la función cerebral y al comportamiento en la edad adulta. Curiosamente, los esquizofrénicos tienen un déficit en la generación de nuevas neuronas en el hipocampo, una de las áreas del cerebro donde se crean nuevas neuronas. Dado que los síntomas de la esquizofrenia surgen por primera vez en la adolescencia, es posible que el déficit en la generación de nuevas neuronas durante este periodo, o incluso en la infancia, aporte nuevas pistas sobre el desarrollo de algún déficit social y cognitivo observado en esta enfermedad.

Para los expertos, este descubrimiento revela que la creación de nuevas neuronas durante la adolescencia sería crucial en el establecimiento de circuitos cerebrales necesarios para la socialización y podría ayudar a los investigadores a comprender mejor no sólo la capacidad de socializar de los humanos, sino qué enfermedades donde este comportamiento está alterado, como la esquizofrenia.


¿ Cómo lograr la creación de nuevas neuronas ? El 90% de la maduración del cerebro se alcanza a los seis años. De allí comienza el proceso de maduración del otro 10%. Hasta los 12 años, el cerebro se dedica a expandir sus conexiones cerebrales y desde los 12 a podar aquellas conexiones innecesarias.

Sin embargo, hasta ahora poco se sabe sobre qué debe o no hacer el ser humano para potenciar la formación de nuevas neuronas. No obstante, estudios en animales han demostrado que el ejercicio físico y el estrés crónico influyen en la neurogénesis para bien y para mal. En el primer caso, mejorando su producción y en el segundo, disminuyéndola. El enriquecimiento de los ambientes y el ejercicio físico son grandes estimulantes de la neurogénesis.

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